Irán: La perla de Oriente Medio (Parte III)
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Isfahán, posee la segunda mayor plaza del mundo (después de la de Tiananmén, en Pekín),



La verdad es que, si vas a Irán, una visita a Isfahán es de obligado cumplimiento ya que esta ciudad, fundada en el siglo V a.C., está considerada como la perla de la arquitectura y la erudición islámicas. Y uno de los motivos para visitarla es que posee la segunda mayor plaza del mundo (después de la de Tiananmén, en Pekín), que no es otra que la Plaza Naqsh-e Jahan (su traducción es “Ejemplar del Mundo”) a la que también se la conoce por los nombres de Plaza Real o Plaza del Imam Khomeini; y es que cuando entras en ella, no os voy a decir que sea inabarcable a la vista; eso sería exagerado… pero con sus 560 metros de largo y 180 metros de ancho, tendrían cabida unos 12 campos de fútbol y eso os puede dar una ligera idea de la grandiosidad de esta plaza que fue construida durante la dinastía safávida, entre el 1602 y el 1619.


Y me preguntaréis, ¿qué hay en esta plaza de extraordinario? Pues lo que aquí podréis ver y visitar es un gran complejo formado por la Mezquita Sheikh Lotfollah, la Puerta Qasarieh, el Palacio Ali Qapu y la Mezquita de Imam. Todo este precioso y espectacular complejo es lo que ha permitido que esta espectacular plaza forme parte de la lista de Patrimonio UNESCO (1979).


En una rápida visión (puesto que, como digo siempre, para los detalles están las guías de viajes) de lo que podremos ver en estos monumentos, podemos decir que la Mezquita Sheikh Lotfollah, situada en el lado este de la plaza, carece de minarete puesto que sólo accedía el rey (y su familia) y no el pueblo, en general. La decoración interior de la cúpula, en oro y azul, es maravillosa.


La Puerta Qasarieh, ubicada en la parte norte de la plaza da entrada al Gran Bazar, que tiene unos 5 kilómetros de calles y está adornada con frescos y mosaicos que merece la pena admirar. Aprovechad que estáis en el Gran Bazar para reponer fuerzas y degustar el Beryani, que es un plato delicioso a base de cordero, salsas, etc., y es típico de Isfahán. También podrás degustar el Fesenjan, que es un delicioso estofado con zumo de naranja, nueces y carne. O el Abgoosht, que es un estofado persa tradicional.


El Palacio de Ali Qapu, al este de la plaza, es el mejor ejemplo de la arquitectura safávida. Este palacio remodelado en seis ocasiones a lo largo de cinco siglos y el resultado es digno de ver. Es una construcción de 48 metros de altura que se distribuye en 6 pisos (el último es una terraza con columnas de madera) a lo largo de los cuales podréis disfrutar de la visión de la sala de la música o la del trono, las escaleras reales y de las pinturas murales con diferentes motivos florales y de animales y pájaros. En los tiempos antiguos, desde el salón al aire libre que hay en la planta superior, tanto el monarca como su corte, podían observar las competiciones de polo, las carreras y otros eventos que tenían lugar en la plaza.


La Mezquita del Imam Khomeini (o Mezquita Real). Situada en el lado sur de la plaza sus mosaicos de siete colores y las inscripciones en caligrafía son espectaculares. Es, realmente, una de las mezquitas más bellas del mundo y tiene la cúpula más grande de la ciudad.


Como curiosidad, esta plaza la ordenó construir, Abás el Grande, para reunir en ella, en un mismo lugar, como acabamos de ver, los tres principales poderes de Persia, a saber: el poder del clero, que se hallaba representado por la Mezquita del Imam; el poder de los comerciantes, representado por el Bazar Imperial a donde se accedía desde la Puerta Qasarieh y el poder del propio Shah, que habitaba el Palacio de Ali Qapu.


No os podéis perder una visita a la Mezquita Jameh (Mezquita del Viernes) y es una de las mezquitas más antiguas de Irán, siendo un enorme complejo de unos 20.000 metros cuadrados. Esta Mezquita es en sí, un compendio de la arquitectura islámica de los últimos doce siglos. Los múltiples detales decorativos provienen de las épocas selyúcida, timúrida, safávida y kayárida. Es famosa, además, por sus 475.000 mosaicos, así como el estilo y el color de los mismos. Tiene, entre otras, una curiosidad y es que, si te pones en el centro de la gran sala y dices algo en un tono normal de voz, te pueden escuchar en toda la sala. O sea, que…¡ten cuidado con lo que dices! (es broma…).


El iwan (gran pórtico abovedado) meridional es, sencillamente, espectacular, una auténtica obra de arte y el diseño interior de la gran cúpula o domo (que es la más antigua de Irán) es digno de admiración. Y esta mezquita está en la lista del Patrimonio de la UNESCO (2012), como no podía ser de otra manera.


Si después de visitar esta mezquita quieres dar un paseo, te sugiero adentrarte en el barrio de Jolfa, que es en donde vive la comunidad armenia y podrás aprovechar para visitar la Catedral de San Salvador (o Vank). Fue construida en 1606 por los miles de armenios deportados de la guerra Otomana. El interior está adornado con impresionantes frescos y esculturas y una increíble colección de azulejos. En la cúpula central se representa la historia de la creación del mundo y la expulsión del hombre del Edén, según cuenta la Sagrada Biblia. Merece la pena visitar esta Catedral.


Puedes también pasear por el puente Khaju, que con 133 metros de largo y 12 metros de ancho, es uno de los lugares de paseo de naturales y extranjeros. Tiene dos pisos y 24 arcos que lo sustentan en la parte de abajo y sirve como puente y presa. Y hay una zona en la parte de abajo en donde la gente, de manera espontánea, se junta y canta (pero no todos a la vez, que conste). Si lo visitas por la noche te encantará ya que la iluminación del puente con sus arcos es espectacular.


Otro de los puentes que cruza el río Zayandeh y que puedes visitar es el Si-o-Se Pol, con 33 arcos. Y visto esto, puedes dirigirte al Palacio Chehel Sotúm o de las Cuarenta columnas, que recibe su nombre debido a que, este edificio realmente tiene 20 columnas, pero parecen cuarenta si se mira desde el lago que hay delante y las 20 columnas se ven reflejadas en el agua pareciendo ser el doble de las que realmente son.


La verdad es que en esta ciudad hay tanto que ver que bien podría uno dedicar tres o cuatro días a recorrerla y disfrutar de ella, así como de la hospitalidad de sus gentes (esto es común a todo el país) que nos acogerán e invitarán a sus hogares con ese interés, amabilidad y calidez de quien acoge a un amigo al que hace tiempo que no ve.


Y como estamos obligados a seguir nuestra ruta y a hacer camino, como siguiente punto de visita la ciudad de Meybod, la cual se encuentra a 270 kilómetros viajando hacia el sureste.


Meybod es una ciudad en el desierto que durante el siglo XIV y durante un breve espacio de tiempo y bajo el gobierno de los muzafáridas, fue la capital de Irán.


Aquí podremos visitar el castillo Narin Qal’eh, cuya construcción data de 4.000 a.C. y está ubicado sobre una colina de 25 metros de altura. Esta ciudad está, geográficamente hablando, prácticamente en el centro del país y es la puerta de entrada a los dos desiertos más importantes de Irán, el Dasht-e Kavir y el Dasht-e Lut.



Meybod es famoso por su artesanía y es uno de los centros de la cerámica iraní. Aquí es fácil encontrarse con un maestro ceramista que te enseñe el proceso de creación de sus obras y, por supuesto, puede aprovechar para adquirir la artesanía que desees. Hay verdaderas maravillas en artesanía y te encantarán. Por supuesto, es casi obligado visitar el Museo de la Cerámica. Otro tipo de artesanía son las alfombras y en este caso, Meybod es la cuna del Zilo, que son las alfombras que se utilizan para decorar las paredes de las casas y que cuentas con infinitud de diseños persas.


Tanto en el centro histórico de Meybod como en los alrededores podremos visitar caravanserais. Este es el nombre que se daba a las casas de postas que solía haber cada 40 kilómetros a lo largo de las rutas comerciales tales como la Ruta de la Seda, ya que era la distancia que normalmente recorrían las reatas de dromedarios cargados con las mercancías. En el centro de Meybod hay uno llamado Shah Abbasi que tiene 100 habitaciones, de las cuales 24 se disponen alrededor de un gran patio.


En nuestro camino hacia la ciudad de Yazd, merece la pena desviarnos a Kharanaq, que está a 90 kilómetros desde Meybod.


El pueblo de Kharanaq, con 4.500 años de antigüedad, es un pueblo-fortaleza rodeado por montañas y al borde del desierto, teniendo un clima cálido y seco. La zona histórica de este pueblo está desierta; en su momento se acabó deshabitando por la falta de suministro de agua. Por el contrario, en las nuevas zonas el censo contabilizó en 2006 unos 443 habitantes.


El castillo es unos de los pocos del mundo que posee en su interior casas de una, dos y tres plantas; esto dependía del nivel económico y social de sus residentes. Tiene 80 casas y una muralla con 6 torres para la vigilancia. Y está rodeado por una muralla como protección del exterior.


Este pueblo histórico (hablamos de la zona antigua) consta de un complicado laberinto de calles, túneles y pasadizos en zigzag y de dimensiones estrechas que, en su mayoría, están techados con revestimientos especiales de refuerzo de la arquitectura tradicional de adobe. Parte del pueblo antiguo está derruido, pero puedes pasear por sus antiquísimas calles y darte una idea de lo que, en su momento debió ser y representar. 


Este pueblo llegó a ser un importante enclave para mercaderes y caravanas desde el periodo preislámico hasta tiempos no muy antiguos, ya que incluso está testimoniado un caravanserai del siglo XVII al lado del castillo, para descanso de esos viajeros. Y ello prueba su vinculación con la Gran Ruta que pasaba por Kharanaq. Se puede visitar el caravanserai e incluso alojarse en alguna de sus habitaciones. Y también se puede visitar la mezquita, el minarete de 15 metros de altura la casa de baños y el puente de 40 metros de largo y 7,5 metros de altura que se utilizaba para canalizar el agua desde el qanat hasta los jardines y granjas que había al otro lado del río.


Autor: Fernando Novo Lens