Viaje a una de las siete maravillas de Portugal: Parque Natural de Ría Formosa
Naturaleza Activa - Reservas & Parques Naturales



Entre las corrientes de agua que dan forma al estuario de la Ría Formosa se esconde un patrimonio natural único en Europa. Sus 18.000 hectáreas dan cobijo a innumerables especies de peces y aves que encuentran aquí su sustento diario, anidan a su vera o descansan durante sus largas travesías migratorias. Un paisaje digno de contemplar, de disfrutar y de fotografiar que ofrece múltiples posibilidades para conectar no solo con la naturaleza, sino con la gastronomía, la cultura y la tradición.

  

 Siempre hay lugares en el mapa que se quedan prendados en nuestra retina, inevitablemente, por su singular belleza. El Parque Natural de Ría Formosa es uno de esos enclaves asombrosos, donde convergen, al mismo tiempo, naturaleza salvaje, bahías desiertas y aguas turquesas. Este paraíso en la tierra se extiende a lo largo de 60 kilómetros de costa entre las ciudades portuguesas de Loulé, Faro, Olhão, Tavira e Vila Real de Santo António.


Se trata de un sistema orográfico de “islas barrera”, que comunican con el mar a través de seis ensenadas y donde se hallan algunas de las islas más bonitas del continente: Cabanas, Tavira, Armona, Culatra y Barreta. El paisaje está configurado por una mezcla caprichosa de arenales, marismas, islotes y canales, señas de identidad de un lugar bendecido por la naturaleza. 


Esta reserva natural, protegida desde los años 80, alberga cientos de especies durante la época de  migraciones, pero también otras autóctonas que no se pueden hallar en ninguna otra parte, como el Swamphen púrpura o gallina de pantano, de un color azul intenso, que es, de hecho, el símbolo del parque natural. Respaldado por el Convenio de Ramsar, Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, constituye una espacio privilegiado para la práctica del birdwatching. 


Una ruta a pie o en un antiguo barco atunero


Una de las mejores maneras de comenzar la ruta por Ría Formosa es acudir al Centro de Educación Ambiental de Marim, donde se informa a los turistas de posibles senderos peatonales y observatorios de aves para quienes emprendan el camino a pie. Por supuesto, también existe la opción de visitar la ría a bordo; el propio parque organiza excursiones en antiguos barcos atuneros que hasta hace unas décadas utilizaban los pescadores del Algarve.


Imprescindible es también pasar un día en la Playa do Barril, frente al municipio de Santa Luzia, a donde se puede llegar en tren turístico. En esta playa hay una zona de restaurantes y tiendas, pero su rincón más peculiar lo componen las más de 200 anclas oxidadas varadas en la arena. Es el mayor “cementerio de anclas” de todo el sur de Europa. ¿Quién puede resistirse aquí a una fotografía?


Recolección de sal


Otra parada muy recomendable en el camino son las Salinas de Tavira. El hecho de que Ría Formosa sea zona protegida implica un mayor esfuerzo de conservación del entorno pero también una puesta en valor de las labores tradicionales y los oficios que sus habitantes llevan siglos desempeñando. Las aguas cristalinas y la ausencia de contaminantes industriales hacen posible la recolección de la sal, como una de las actividades económicas principales de la región, junto a la agricultura y la pesca a pequeña escala. Solo tendremos que dirigirnos al extremo norte del parque natural para poder ser testigos de este proceso de extracción, que ha modelado un paisaje de contrastes entre el blanco de la sal y el azul del cielo.


No podemos dejar de visitar Tavira, una ciudad que respira cultura, ocio e historia por los cuatro costados. Merece la pena detenerse en sus templos, ermitas y ruinas, pasear por sus calles, especialmente por las tiendas de artesanía de Rua da Liberdade o por la Borda d’Àgua da Asseca, paralela al río Gilão. En ella podemos descubrir todas las influencias que han marcado el devenir histórico del Algarve: romanos, fenicios y árabes encontraron en la costa sur de Portugal, y concretamente en Tavira, un lugar donde quedarse. Colonia de diferentes civilizaciones, es también el lugar idóneo donde probar la auténtica comida algarvia que, curiosamente, se ha mantenido bastante al margen del exterior, lo que ha facilitado que los platos y recetas tradicionales se hayan transmitido de generación en generación prácticamente inalterados. Entre las diversas exquisiteces que se pueden degustar en este rincón del mundo, el pescado, el marisco y piezas de caza y carnes selectas.


En la Ría Formosa, como en todo el Algarve, las actividades al aire libre están aseguradas por tierra, agua y aire. ¿Qué tal conocer este tesoro natural en un paseo turístico en barco o en una ruta a pie? Cualquiera de estas dos opciones es ideal para la observación de aves, ya seas un experto ornitólogo o un amante iniciado del ‘birdwatching’. No en vano, este paraíso recibe la visita de miles de aves cada año. Y para los que nunca dejan los deportes náuticos fuera de su agenda de viaje, aquí también se puede practicar vela, windsurf, stand up paddle o navegar en una canoa para descubrir de primera mano todos los secretos naturales de este parque natural. 


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