Argelia y España: Historia y cultura compartidas (I) PDF Imprimir E-mail
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Desde comienzos del siglo VIII hasta nuestros días


Que el lector no se alarme, por favor, no hablaremos de deuda en términos económicos, sino que vamos a realizar un pequeño paseo por la historia de nuestras relaciones en busca de esos intangibles que también tienen gran influencia en las relaciones entre dos países vecinos y que, con una importante historia en común, han llegado a ser no sólo amigos sino también socios estratégicos. Pero además de la buena sintonía en el terreno institucional, entre los respectivos Gobiernos, lo que realmente hace falta es que ambos pueblos, sus gentes, se conozcan, se relacionen, colaboren en diferentes proyectos y sientan ese respeto y esa amistad hacia el otro. Será la manera de conseguir relaciones de confianza que lleven a un desarrollo sostenible de ambos países y sus zonas de influencia.


Y para comenzar este viaje hacia el conocimiento y sin pretender hacer una relación histórica exhaustiva de las relaciones entre nuestros dos países, es necesario destacar que estas éstas tuvieron un punto señalado cuando, según cuentas las crónicas, a comienzos del siglo VIII, el gobernador bizantino de Septem (Ceuta), Olbán, cuyo nombre españolizado era Don Julián, “invita” al comandante bereber Tarik Ibn Ziad (que estaba al servicio del Emir Moussa Ibn Musayr, gobernador del Norte de África) a cruzar el Estrecho de Gibraltar para enfrentarse a las tropas del rey visigodo Don Rodrigo y entonces, Tariq Ibn Ziad, al mando de 7.000 bereberes y gracias a la flotilla de naves del gobernador de Ceuta puso a su servicio, cruzó el Estrecho el 28 de abril de 711 y concentró sus tropas en Gibraltar (cuyo nombre viene, precisamente, de “Djebel Tariq”, o, “la montaña de Tariq”). Cuando supo que el rey Don Rodrigo iba a su encuentro solicitó más hombres al Emir y éste le envió otros 5.000 hombres. Y concentró a 12.000 soldados prestos a la batalla.


Del 19 al 26 de julio de 711 se enfrentaron ambos ejércitos en la batalla de Wadi-Lakka o Guadalete. Esta fue una batalla breve, intensa y decisiva, en la que la victoria de Tariq Ibn Zaiad al frente de las tropas omeyas marcó el inicio de la conquista de Al-Andalus. Posteriormente este comandante bereber conquistaría las plazas de Córdoba y Toledo. Y así, después de este comienzo, seguiría la conquista de España bajo la bandera del Islam.


A causa de ello, nuestros amigos musulmanes se quedaron unos años (concretamente, 780 años) a disfrutar de nuestro país dado que encontraron en él las condiciones para establecerse, crecer y desarrollarse. En 1492, con la caída del emirato de Granada, se cierra el ciclo de la presencia musulmana en nuestro país. Pero debemos decir que durante esos casi 800 años, nuestros vecinos musulmanes nos dejaron una buena muestra de su saber hacer, su cultura y su sensibilidad; entre otras cosas, nos dejaron sus amplios conocimientos en medicina, matemáticas, astrología, botánica, filosofía, arquitectura,…que iluminaron nuestra sociedad en una época en la que Europa se hallaba sumida en la llamada “Edad Oscura”.


Posteriormente les devolvimos la visita a nuestros vecinos argelinos. Los españoles desembarcaron en septiembre de 1505 en Mers el-Kebir (“puerto grande”, llamado también Mazalquivir) y posteriormente en Orán, el 18 de mayo de 1509, bajo el patrocinio del Cardenal Cisneros, donde nos quedamos hasta el 1792 (con un paréntesis desde el 1708 al 1732), después del terremoto de Orán, año en que abandonamos esas tierras argelinas.


La convivencia en esos casi 300 años fue buena con el pueblo argelino. Quizás nuestro pasado musulmán común, la forma de ser y entender la vida y otros lazos comunes facilitaron y propiciaron la convivencia.


Y como nada es totalmente perfecto ni dura para siempre, también hubo algún que otro punto de fricción entre nuestros dos países, como el ocasionado, por ejemplo, por la guerra corsaria entre España y la Regencia de Argel 1822-1827, motivada por la no resolución de tres deudas que Argel reclamaba a España y de las cuales, España sólo consideraba como propia una de ellas (la deuda contraída por el vicecónsul de Orán, Antonio Higuero). Finalmente, el 15 de enero de 1827 se firmó un acuerdo que sustituyó al Tratado de paz, amistad y comercio firmado el 14 de junio de 1786 entre España y Argel.


En aquellos tiempos eran frecuentes las relaciones entre escaramuzas, conquistas, reconquistas, etc. Eran la dinámica habitual de las relaciones mediterráneas de aquella época, un día de un lado, al día siguiente del otro lado y así iban pasando los años….la Historia es así; qué le vamos a hacer…


Por otra parte, es justo y necesario reconocerlo, Argelia fue un país de acogida de miles de andalusíes tras la expulsión ordenada por los Reyes Católicos tras la reconquista finalizada en 1492 y, posteriormente, de miles de moriscos tras la segunda expulsión, que vino de la mano de Felipe II, en 1609.


En la primera mitad del siglo XIX, Argelia acogió a un buen flujo de gente desde Mahón (Menorca) y también en 1946, a otra mucha gente que huyó de la sequía que azotó Alicante en ese año.


En la segunda Mitad del siglo XIX los flujos a Argelia fueron desde Valencia, Alicante, Murcia y Almería. Todas estas personas se establecieron principalmente en el Oranesado, Argel y Constantina.


Argelia acogió entre 1784 y 1936 a muchos exiliados: liberales, carlistas, esparteristas, progresistas, republicanos, federales, cantonalistas e internacionalistas. En fin, para todos los gustos y de todas las ideologías. Más de 15.000 refugiados al acabar la Guerra Civil española, fueron acogidos en Argelia e hicieron de este país su casa, su refugio y el lugar donde llevar a cabo su vida.


Entre los años 1842 y 1936, el pico de población española se produjo en 1896, con 156.560 españoles censados en Argelia. Para darnos una idea del reparto de los españoles en este país, en 1886 representaban tres décimas partes de la población extranjera europea total (franceses incluidos), significando que había censados 3.641 en la provincia de Constantina, 48.599 en la de Argel y 92.290 en la de Orán. Vemos que cuanto más se iba hacia el oeste del país, más españoles se habían establecido en las ciudades.


Barrios como el de Sidi el Houari, en Orán, significaron lugares de convivencia, respeto, amistad y desarrollo entre españoles y argelinos, entre nuestros dos pueblos. Y esa corriente de simpatía hacia los españoles se ha mantenido a través de los años. Como ejemplo, cuando yo vivía en Orán, una vez después de salir del trabajo por la tarde, entré en una tienda de la calle Larbi Ben M’Hidi y me atendió un hombre joven. Cuando empecé a hablar con él, una persona mayor que estaba cerca de él, al fondo de la tienda, me reconoció como extranjero y empezó a hablar conmigo en español. Me contó que en su niñez había vivido en el barrio de Sidi el Houari con los españoles y la convivencia había sido muy buena entre ambos pueblos, como corresponde a vecinos y a amigos. El hombre mayor tenía un muy buen recuerdo de esa infancia compartida con españoles. Supongo que en eso consiste, en parte, la vida, en relacionarse con los demás, en ayudarles y ser ayudado y, en definitiva, vivir bonitas experiencias y tener buenos recuerdos de una convivencia.


Prueba de la convivencia y la herencia española en esas tierras argelinas se palpa, no sólo en algunas construcciones que aún quedan en Orán, tales como la Puerta de España, de 1589; las Arenas de Orán (plaza de toros) de 1908; Fuerte de Santa Cruz (1577-1604); Rampa de Madrid, Fuerte de la Mona, Fuerte de San Felipe, sino también en otras partes del país. Por ejemplo, si nos vamos al este del país, podemos ver el Fuerte de Bejaia, etc.


Pero la convivencia también se expresa en la gastronomía: calentica (hecha de harina de garbanzos, agua, aceite de oliva, sal y comino), paella, etc. y en la lengua; no pocas palabras en el dialecto oranés tienen su origen en palabras españolas de aquella época, de la misma manera que hay muchas de las palabras del castellano actual que tiene raíces árabes debido a la estancia de dicho pueblo tantos años en nuestro país.


Fruto de las buenas relaciones entre nuestros dos países es que en los llamados “años negros” de Argelia, en la época cuando el terrorismo golpeó con más fuerza al país, España fue el único país que mantuvo abierto y en funcionamiento su representación diplomática en el país, que en nuestro caso fue el Consulado de Orán.


Y después de la guerra de Argelia, en 1962, unos 55.000 “pieds-noirs” (personas de origen, principalmente, francés que nacieron en Argelia durante el período colonial francés, que comprendió desde el 18 de junio de 1830 hasta el 5 de julio de 1962, con los Acuerdos de Evian) fueron acogidos por España, y se asentaron, sobre todo en Alicante y sus proximidades. El país que 25 años antes había sufrido una guerra civil y a causa de la cual unos miles de hijos e hijas se habían exiliado en Argelia, fue especialmente solidario a la hora de acoger y compartir lo que tenía con los recién llegados. Estos episodios de acogida mutua de sus respectivos nacionales a lo largo de los siglos, así como la buena convivencia, no han hecho otra cosa que estrechar los lazos de buena vecindad y amistad entre nuestros dos países


Una vez comentado un trocito de la historia en común permítanme, por favor, comentarles que Argelia es el país más grande de los 55 países que forman África y su superficie es casi 5 veces la de España y, evidentemente, con esta historia de relaciones, puede ser un buen punto del cual partir, así como un puente para estrechar relaciones y colaboraciones con otros países del continente africano.


Argelia es un país rico en petróleo y gas (suponen el 95% de sus ingresos de divisas) y buena prueba de ello son los acuerdos de suministro de gas a España (es nuestro primer suministrador) a través del gasoducto de Medgaz que comienza en el campo gasístico de Hassi R’mel pasa por el puerto de Beni Saf y cruza el mediterráneo hasta entrar en España por la playa del Perdigal (Almería).


Destacaremos que en 2019 España fue el tercer cliente (3.906 Millones de euros y una cuota de mercado del 10,97%) y el cuarto proveedor de Argelia (2.914 Millones de euros y una cuota de mercado de 7,06%). En 2020, año de comienzo de la pandemia sanitaria mundial, España continuó siendo uno de los principales socios comerciales de Argelia, con una cifra de exportaciones a Argelia de 1.916 Millones de euros, mientras que las importaciones ascendieron a 2.511 Millones de euros. 


Actualmente hay unas 550 empresas españolas con presencia en Argelia. Existen, en total, casi trescientos proyectos mixtos hispano-argelinos en sectores tan diversos como el agroalimentario, pesquero, químico y farmacéutico, papel y celulosa, mármol, industria jabonera, telas asfálticas, transformaciones plásticas, etc.


Realmente no sé si, a nivel mundial, las reservas de petróleo y gas llegarán a agotarse, sobre todo, teniendo en cuenta que las energías renovables están cada vez más presentes y los motores eléctricos, de hidrógeno, etc. están empezando a sustituir a los de combustión para todo tipo de vehículos. Realmente este nuevo escenario (ya no futuro, sino actual) obliga a los países productores de hidrocarburos a implantar modelos económicos más diversificados y explorar, diversificar y ampliar nuevas oportunidades de desarrollo, potenciando la industrialización y la creación de empleo siguiendo la senda de la sostenibilidad. Pero también estas políticas deben ir acompañadas de medidas para mejorar la eficiencia y equidad del gasto público sin olvidarse de proteger a los sectores más desfavorecidos de la población.


La proximidad entre las costas españolas y argelinas (Orán está a 160 Kms. del Cabo de Gata, en Almería) y, no obstante, la lejanía en la mente de los españoles hace que debiéramos relacionarnos más y conocernos mejor. No se puede amar aquello que no se conoce y, a veces, ni siquiera se respeta. Por ello, y para poner en valor este país, cuando comento que Argelia es un país rico no me refiero solamente a sus reservas de gas y petróleo. Voy más allá. Me refiero a su esencia como pueblo, a su origen bereber, a su diversidad cultural. Hablo de la calidez y amabilidad de sus gentes, a su sentido de la hospitalidad y acogida hacia los visitantes y de una manera especial, hacia los españoles, que hará que nos sintamos en nuestra casa. El hecho de haber tenido una gran parte de nuestra Historia en común ha creado lazos que van más allá de lo palpable a simple vista.


Fernando Novo Lens

Presidente de la Asociación Cultural Hispano-Argelina “Miguel de Cervantes”

Experto en Gestión del agua, Sostenibilidad y Economía Circular.